Organizarse implica:
Comprender situaciones, visualizar problemas, construir objetivos, planificar acciones, capacitar y capacitarse, evaluar y por supuesto, entregarse a la acción e intentar alcanzar metas.
El Estado tiene que asumir el compromiso de fomentar la práctica del Voluntariado.
Y entre las muchas formas de hacerlo se cuentan la difusión, la formación y la capacitación, las convocatorias a acciones concretas, la organización de grupos, el registro de las organizaciones interesadas en participar de esa articulación, de la puesta en disponibilidad de los perfiles de acción resultantes para quienes decidan recurrir al Voluntariado.
La relación de los organismos gubernamentales con voluntarios y voluntariados constituye una auténtica puerta de articulación entre el Estado y la Sociedad Civil.
Voluntariado es la voluntad organizada.
No alcanza con las ganas de hacer, de dar de sí para el otro, algo que es imprescindible pero insuficiente para lograr los objetivos que se fijen.
Sólo la organización permite que se constituya un auténtico Voluntariado.
Solidaridad y participación constituyen un par indisoluble.
Son la antítesis de la otra fórmula de encarar la realidad ante cualquier tipo de problema: el individualismo, opuesto de la solidaridad, y el quietismo, contracara de la participación.
Es un momento de encuentro.
A lo largo de los años, la Sociedad Civil se ha movilizado. Desde sus experiencias más pequeñas, en algún barrio remoto, hasta las acciones más visibles, con alcance regional o nacional; de manera solidaria, con seriedad, con pertinencia, en función de los intereses de quienes más lo necesitan, de sus propios intereses grupales, comunitarios, sociales.
El Estado, después del retiro del escenario impuesto por formas de hacer y pensar totalmente alejadas de las respuestas a las necesidades de la gente, del abandono hasta de sus funciones intrínsecas, intenta reposicionarse y, sobre todo, reconoce derechos y protagonismo a aquellos sectores que, al participar, abandonan los papeles de “víctimas” o de meros “receptores” de dádivas para convertirse en protagonistas de las soluciones a sus propios problemas, de actores en un modelo de sociedad del que son motor principal.
Las prácticas de Voluntariado constituyen una verdadera puerta de relación entre ese Estado y esta Sociedad Civil. Este Seminario no es más que un paso más en el camino; relatar experiencias y confrontarlas, tomar aciertos y comprender errores es la dinámica.
Escucharnos, sintetizar, acercar posiciones es el desafío y constituye el paso previo a intentar formalizaciones de nuestras prácticas, de las obligaciones y de los derechos de cada protagonista de esta historia, que no es otra que la historia de quienes tienen ganas de caminar, abrazados y construyendo.
Mónica Lazos, DH VM
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